Prefieres mantener la calma de momento, y no tomar el rifle. Esa cosa te matará si descubre que intentas algo, así que simplemente esperas. La bestia sigue moviendo su brazo en el charco de sangre, sin perderte de vista. Pasa un tiempo, y la criatura empieza a desviar su mirada. No te crees aún en la posición intentar algo. Sigues esperando. Esperas. Esperas. Acercas tus dedos hacia el mango del rifle, lentamente, sin mover ni un poco la linterna. Tu brazo se esconde en la oscuridad a medida que tus dedos se van acercando al tan cercano, pero a la vez tan lejano gatillo. Te detienes. La bestia clava su mirada en la tuya, y no la desvía ni un poco. La respiración te falla, y el brazo que sostiene el arma empieza a temblar. El tiempo pasa. Se te acalambra el brazo. Tiembla la linterna. La criatura aún está vigilándote. Lentamente saca su brazo del sangriento charco. Te mira, con esa quemante cara de sicótica sonrisa. Se te acerca lentamente, mientras a la par colocas tu dedo en el gatillo del arma. Resbalas el rifle por el escalón, mientras el leve sonido de un rallón invade tus oídos. La criatura se paraliza sobre su lugar, y emite una especie de gruñido, brotando de entre sus grandes dientes. Da un par de pasos hacia atrás. Tú te levantas lentamente sobre tu pierna sana, mientras sigues apuntando a ese bicho raro con la linterna, sin perderlo de vista. Levantas lentamente el rifle, mientras la criatura quita su cara de demente, para seguir jugueteando con el charco de sangre. Su atención está completa y enteramente en su juego. Apuntas a la criatura con el rifle desde la cintura. La criatura te ve, apuntándole. Pero curiosamente, no se inmuta. Sólo sigue jugando. Una vez que acaba, se pone contra una pared, con una cara de cachorrito asustado, mientras inclina la cabeza, invitándote a iluminar la charca. No pierdes la atención. Sigues iluminando a la criatura como si aún estuviera mirándote con esa cara de demente. La criatura insiste dulcemente en que veas el charco. Se te acabó la paciencia. Disparas, y el eco invade el silencio del hotel, retumbando en la muerte de sus habitaciones. La criatura se retuerce en el piso, pero no confías en su muerte. Sabes que la criatura es astuta, y que tal vez está fingiendo su muerte. Abres el cerrojo para que salga la bala, y lo vuelves a cerrar. Disparas de nuevo. Repites el proceso, hasta que después de cinco balas, la criatura se deja de mover. Empuñas tu cuchillo, y lo clavas firmemente en su cuello. El largo filo atraviesa el gaznate de la bestia de lado a lado, y lo retuerces hasta que su cabeza se separa de sus hombros. No te inmutas. La escena de violencia de la que eres artífice, no te afecta de ninguna manera. ¿No te ablanda el corazón el hecho de que has matado a una criatura que no te ha hecho daño? ¿Por qué debería? Ese bicho ha matado a muchos, y muy posiblemente te habría matado a ti también si le hubieras dado la oportunidad. No. No te inmutas. Te levantas con lentitud. Limpias el cuchillo con tu abrigo, y vuelves a enfundarlo en tu cinturón. La curiosidad comienza a picarte, y decides echarle una ojeada al charco que la criatura te invitó a ver segundos antes de que la mataras. Es increíble. Esa bestia consiguió escribir algo con sangre. Un mensaje que reza: “NO ERES DIVERTIDO”. Más pequeño, justo al lado, en el rinconcito en el que jugaba cuando le disparaste, se halla otro mensaje. “NO ME GUSTA ESTE JUEGO”. Casi lamentas haber matado a ese bicho, pues sientes que has matado a un niño que no tenía conciencia de lo que hacía. Que mataba personas porque es el único juego que encontraba divertido. Casi te sientes culpable de lo que has hecho, pues crees que de algún modo podrías haber hecho entrar en razón a este bicho. Es decir, míralo. Era inteligente como para escribir, muy posiblemente lo era para entender lo que decías. Pero un pensamiento se estrella contra tu cabeza poco después: “Ya lo maté. Ya no es cosa de pensarlo, es cosa de entenderlo. Lo hice, y ya. Está muerto. Ya no puedo hacer nada”. Te alejas del cuerpo, acercándote a la escalera, borrando con tus pisadas el mensaje que la criatura había dejado. Trepas los escalones de a poco. Le echas una última mirada al cuerpo, poco antes de subir el último peldaño. Sigue ahí, tumbado, sin vida. No te sientes orgulloso de lo que has hecho. Mientras escalas pisos, tu mente es invadida por un único pensamiento: “no fue tan gratificante como pensé que sería”. Creíste que vengar tanta violencia con más violencia sería gratificante. Creíste que hacer sufrir a la criatura cada muerte que provocó sería más satisfactorio que darle la muerte que le diste, pero ni siquiera eso lo fue. Matar a la criatura no te provocó más que un profundo remordimiento por haberlo hecho. Casi desearías no haberla matado. Pero la palabra clave es “casi”. Decidiste matarla, y es una decisión que defenderás hasta la muerte. Lentamente escalas pisos, repitiendo las sádicas imágenes de antes. Cada paso que das hacia arriba, te arrepientes menos de haber asesinado a esa bestia.
Pierdes la cuenta de los pisos que has subido, y poco después, a la vuelta de la esquina de una escalera, se distinguen silenciosos balbuceos. Serían difíciles de oír sin el silencio sepulcral que invade el hotel. ¿Cuál será la extraña vocecita que te dice que la única cosa con vida en éste hotel que es aún capaz de emitir balbuceos es –aparte de ti, claro– Craig? Apuntas descuidadamente la linterna en dirección al ruido. Adivina quién es. Craig.
Tú:- Vaya… ¿Craig?
Craig:- (Balbuceo)
Tú:- Craig…
Craig:- (Balbuceo)
Tú:- ¡Craig! ¡Despierta, inútil!
Craig:- (Balbuceo)
Tú:- (Suspiro), no estoy para éstas estupideces –dices palpándote el brazo–. (Le asestas un golpe en el vientre)
Craig:- ¡Ough!
Tú:- ¿Te dolió?
Craig:- No… sólo te parece –dice babeando–… idiota…
Tú:- Vuelve en ti, salgamos de aquí de una vez.
Craig:- Un momento… ¿y tu amiga?
Tú:- Eso no importa. Yo me preocuparía más por nosotros que por ella.
Craig:- ¿Ves lo egoísta que eres? Te preocupas por ti, en lugar de por esa chica indefensa.
Tú:- Menudo imbécil estás hecho… No me preocupo por mí. Si tan sólo supieras las cosas por las que tuve que pasar para salvarte…
Craig:- ¿Salvarme? ¿Tú a mí? ¡Ja, ja, ja! No me hagas reír, soy yo el que te está salvando.
Tú:- Ahora mismo estoy dudando si prefiero amputarme un brazo, o verte a ti muerto, como seguramente lo estarías si yo no hubiera vuelto a entrar.
Craig:- ¡Por favor! Tú necesitas que yo te proteja, no al revés.
Tú:- Oh, claro, eso se notó cuando protegiste a la pobre de Kath del miedo que tenía. Te quedaste paralizado. Diablos, a pesar de ser una chica, es más hombre que tú.
Craig:- Ella no tiene lo que hay que tener para ser hombre.
Tú:- Ja, tú tampoco lo tienes…
Craig:- Qué gracia. ¿Tú vienes a hablarme a mí de hombría?
Tú:- No, vengo a sacarte de aquí.
Craig:- No necesito tu ayuda. Puedo cuidarme solo.
Tú:- Cómo se nota (dices bajando el primer escalón).
La bajada se te hizo infinitamente más larga que la subida, aguantando las historias de Craig sobre su masculinidad. Historias como la vez en que pescó un tiburón, o cuando mató a un oso sólo con sus manos, o cuando se enfrentó a toda una jauría de lobos sólo con un palo y un encendedor. Y, por supuesto, todos los caminos acaban en la misma conversación. Kath.
- Spoiler:
Craig:- ¿Se puede saber por qué ella te prefiere a ti, y no a mí?
Tú:- …
Craig:- Te estoy hablando, inútil.
Tú:- ¿Será porque yo no invento historias para intentar impresionarla? ¿Será porque yo soy la persona que soy, y no la burda mentira de lo que aparento ser? ¿Será porque soy yo mismo, y no un espejismo de mí mismo?
Craig:- En español…
Tú:- Porque no soy tú, Craig. Kath prefiere estar conmigo porque eres irritante. Mientes, piensas que todo te pertenece, piensas que no hay nada mejor después de ti, y que Kath se moriría por estar contigo porque no ves ningún otro buen partido.
Craig:- Sigo sin entender por qué se la pasa contigo. ¿Qué tienes tú, que yo no?
Tú:- Tal vez simplemente te odia porque eres un completo idiota. Y te aguanta porque piensa en los demás antes que en ella.
Craig:- ¿Tú qué sabes?
Tú:- Olvídalo. Una roca sería más capaz de atender a razones.
No sabes cuánto tiempo llevas dentro del hotel, ni cuántos pisos te restan por bajar. Sólo esperas que Kath no haya intentado nada, y que siga estando al pie de la entrada. Los pisos siguen pasando lentamente, mientras Craig sigue contando historias tan ridículas como carentes del menor sentido posible. Los dolores se agravan. La cabeza te duele cada vez más. Intentas bajar más rápido. Finalmente, se está acabando ésta visita al infierno. Encuentras el cadáver de la criatura, aún inmóvil en el traslúcido charco de sangre. Craig se detiene, pero después de que le gritas, recobra la compostura y sigue avanzando. Los pisos siguientes sólo escuchas a Craig peguntando qué fue esa cosa. La recepción finalmente. A la lejanía se ve la silueta de Kath, dibujándose joven y hermosa, como siempre. A pesar de la distancia, ves su rostro iluminado de alegría. Unas lágrimas brotando de sus ojos acompañan una sonrisa de aliviada euforia. A la distancia, le devuelves la sonrisa, mientras Craig sale corriendo hacia ella. Tú sigues avanzando torpemente hacia la salida, mientras la luz vislumbra cada vez más la cantidad de sangre que te ha costado subir y bajar, tanto la tuya como la que no lo es. Cuando desvías la mirada otra vez hacia la puerta de salida, ves a Craig abrazando fuertemente a Kath. Tú te limitas a reírte burlonamente, aún a la distancia, aunque te interrumpes sujetándote el brazo, mientras sientes el dolor de un acero templado atravesándolo. Te pones de rodillas en el suelo, mientras gimes y refunfuñas. Para evitar preocupaciones, te levantas casi inmediatamente después, antes de que ambos te vieran tirado de rodillas. Caminas hasta llegar a la entrada. Craig aún no la suelta.
Tú:- Un poco más y te mata de amor. Je, je.
Kath:- Tú… –Dice apartándose suavemente de Craig.
Tú:- No me…
Kath:- ¡No vuelvas a hacerme esto! –te interrumpe llorando, mientras te atrapa en un abrazo.
Tú:- Está bien. Tranquila –le dices en un tono bajo.
Kath:- (Solloza)
Tú:- Tranquila. Todo está bien –mantienes tu tono calmado.
Kath:- (Solloza)
Tú:- ¿Sabes? No me arrepiento de haberte pedido que te quedes. No necesito contarte lo que pasó ahí adentro para decirte que tomé la decisión correcta. Me alegro de que estés a salvo.
Kath:-¿Qué pasó ahí? –preguntó apartándose de tu pecho, secándose las lágrimas.
Tú:- No…
Craig:- Lo que sucedió fue que una horrible criatura estaba allí, esperándonos para tendernos una emboscada. Verás preciosa, cuando “cobarde” llegó corriendo y llorando por auxilio hasta mí, una criatura de aspecto asqueroso venía corriendo tras de sí. Yo por supuesto la enfrenté con un cuchillo, y cuando estaba pegada a mí, con sus enormes garras rosándome la cara, ¡PAM! La decapité. Y así pude salvarnos a los dos para regresar.
Tú:- ¿“Cobarde”? –preguntas a carcajadas.
Craig:- Qué memoria tienes… ¿no recuerdas que ése es tu apodo?
Kath:- ¿En verdad ocurrió así?
Tú:- ¿Sabes lo que es peor que los zombis, Kath?
Kath:- No, ¿qué?
Tú:- Las mentiras de Craig. (Risas)
Kath:- (Risas)
Craig:- ¡No estoy mintiendo! ¡Es la verdad!
Kath:- ¿Lo es?
Tú:- ¿Podría serlo? ¿Yo podría haber llegado corriendo pidiendo por auxilio? ¿Con qué cosa podría haber decapitado a la criatura? ¿Y si él lo hubiera hecho, no debería ser él el que estuviera cubierto de sangre?
Kath:- Tiene sentido. ¿Craig…?
Craig:- Bueno… sí, es que… bueno, yo… ehh…
Tú:- ¡Ah! –gimes mientras te palpas la cabeza con fuerza.
Kath:- Oh, no… Craig, ¿dónde está la farmacia?
Craig:- Un par de manzanas en aquella dirección. Espera, ¿no me dirás que aún planeamos ir allí por el egoísmo de “cobarde”?
Kath:- Ya te dije que puedes esperarnos aquí.
Craig:- Preciosa, ya te dije que no los dejaré irse con MIS armas.
Normalmente dejarías que estas discusiones siguieran hasta el grado en el que te pidieran a ti un consejo, pero deberías intervenir de una vez y elegir lo que harás a continuación, antes de que tu cabeza explote. Lo que es claro es que Craig no se quedará sin una garantía de que vas a volver por él, y la garantía son las armas. Aunque parece tener un interés especial en Kath, así que podrías usarla a ella de garantía también. Hagas lo que hagas, tendrás que dejarle a Craig o la una o la otra.
* Ir solo a la farmacia, armado.
* Ir a la farmacia con Kath, desarmado.