[Historia/Sondeo] El Silente

Tus 4 seguidores esperamos ese momento con ansias xD

Perdon mi falta de interes en el buscador del google... pero quien mi---- es Stephenie Meyer? -w-

La creadora de crepúsculo.

Piensas qué hacer, lo cual te lleva más tiempo del que creías. Sabes que si dejas a Craig solo con tus armas, le disparará a la primera cosa que se mueva, y cuentas que tú serás esa cosa cuando estés regresando. Pero piensas que sería peor dejarlo solo con Kath, situación en la cual es mucho más propenso a cometer estupideces, las cuales pueden ser más catastróficas que cualquiera que pueda causar con armas de fuego. Asumes que la mejor garantía que puedes darle de que regresarás es Kath, pero se conformará con la alternativa.

Kath:- Son quince minutos de ida y vuelta, por favor, permítenos eso.
Craig:- ¿Cómo decírtelo? No. No puedo confiar en que regresarán si no tengo una garantía de ello.
Kath:- No tenemos tiempo para esto. Ven con nosotros o quédate.
Craig:- Muy bien, “cobarde”, te daré las armas con una condición. Kath se queda conmigo hasta que vuelvas.
Tú:- Hum… ¿Cómo decírtelo? No.
Craig:- Entonces me quedaré con las armas.
Tú:- Como si fuera a lamentarlo… No negocio con la gente que amo como si fueran un bien, y menos aún con imbéciles que creen que la vida de una persona está a la altura de un montón de cuchillos. Kath no es la excepción, y no dejaré que la retengas sólo porque crees que ella vale para mí menos de lo que vale un saco lleno de utensilios, herramientas y rifles.
Craig: ¿Así que vas solo e indefenso? Será tu fin.
Kath:- Voy contigo –dice dando un paso al frente.
Craig:- Supongo que será una broma… ¿también quieres morir?
Kath:- No moriré.
Craig:- “Cobarde”, haz que entre en razón.
Tú:- ¿Qué quieres que haga? Ya tomó su decisión.
Craig:- (carcajada queda) Diablos… no puedo creer que arriesgues la vida de una chica inocente.
Kath:- Yo elijo arriesgarla.
Craig:- Sí, pero “cobarde” te deja hacerlo.
Tú:- ¿Serías tan amable de dejar de llamarme así?
Craig:- ¿Y cómo prefieres que te llame? ¿”Idiota”, “egoísta”?
Tú:- ¿Qué tal, tal vez, por mi nombre?
Craig:- A ver, ¿cuál es?
Tú:- … (Suspiro) ¿Qué caso tiene decírtelo si seguirás llamándome como se te antoje? –dices palpándote la frente. Te duele la cabeza. Empiezas a tener sueño.
Craig:- ¡Qué inteligente! Supongo que debería llamarte…
Tú:- ¡Me importa un corno cómo me llames! –gritas sujetándote fuertemente la cabeza–, sólo dime cómo llegar a la farmacia.
Craig:- Hum… dos manzanas en aquella dirección –señala al sur –, usualmente hay una farola encendida encima de la puerta, por lo que no tiene pérdida.
Tú:- Gracias. Espera adentro y ten cuidado.
Craig:- No me digas lo que tengo que hacer, “cerebrito”.

Ignorando cualquier comentario posterior que Craig intentara hacer, sólo comenzaste a abrirte paso a través del espeso de la niebla. Al poco tiempo, Kath ya había enrollado tu brazo alrededor de su cuello, asistiéndote para caminar. La espesura se hizo sólida en un abrir y cerrar de ojos, y tuvieron que recurrir a la linterna para ver las siluetas de los obstáculos con los que pudieran tropezar. El corto viaje se alargaba, y perderse en esa niebla es como hacer cuerda floja en un hilo dental. Difícilmente consigues ubicarte para regresar. Mucho temes que no puedas volver a casa sino hasta que la niebla se disipe, lo cual, teniendo en cuenta lo densa que es, podría tomar, con suerte, hasta el anochecer.

Spoiler:

Es curioso encontrar una luz que todavía funcione en una ciudad que ha quedado a oscuras casi por completo. Lograron superar dos manzanas sin ningún problema, pero bien sabes que esto no puede ser tan fácil. Algo pasará en cuanto entres. La luz de fuera está encendida, por lo que el negocio tiene electricidad, lo cual te puede valer un problema con la alarma antirrobos de una farmacia cerrada. No puedes volver a ser tan inconsciente como para volver a estrellar un bote de basura contra el mostrador. Tendrás o que ser muy rápido, o ser muy sutil. Le das una vuelta al local con la mirada, y ves que hay un pequeño pasillo que se extiende hasta un callejón sin salida en la parte trasera de la tienda. La puerta de atrás está cerrada, pero crees podrías forzar la cerradura con el cuchillo, o en su defecto con un clip o una percha. Desgraciadamente, no hay ninguna de estas últimas en los alrededores, y, lo más probable es que tu intento de irrumpir dispares la alarma, si es que hay una. Recorres el callejón con la mirada. Encuentras un circuito que te lleva hasta una caja de electricidad, que se encuentra estúpidamente ubicada debajo de un aire acondicionado. ¿Por qué es estúpido? Porque el aparato ha hecho un charco de agua justo en el lugar en el que deberías estar parado en caso de que quieras desactivar la electricidad para intentar entrar. Tal cual lo ves, debes ser o muy rápido, o muy hábil, o tener mucha suerte si quisieras conseguir los medicamentos que por seguro salvarán tu vida. Tal cual lo ves, tienes dos opciones.

* Desactivar la electricidad. EVALÚA: Si no tienes éxito, podrías o activar la alarma, o electrocutarte. Incluso si tienes éxito, podrías acabar muerto.
* Entrar por la fuerza. EVALÚA: Si te rodean antes de que puedas salir, no tendrás escapatoria, y teniendo en cuenta el estado en el que estás, eso es lo más factible. Claro que existe la posibilidad de que en realidad no haya alarma.

Que elección complicada, las posibilidades de electrocutarse son demasiado altas, esas cosas son de alta tensión, no tenemos guantes aisladores, ni tenemos un cuchillo para lanzarle o un rifle para dispararle, como no tenemos con que dañar el sistema, lo mas factible es tratar de entrar a la fuerza y romper rápido el parlante del sistema de alarma, hacer un chequeo completo cosa de que no empiece a sonar sino es de los que suenan enseguida.

Hoy no estoy de humor -w-
Kath es muy lista y el riesgo lo corre el prota: que corten los cables.
Ademas: mejor que muera el prota electrocutado que los dos bajo la horda.

WTF?!

Una semana sin ver mi topic y todavía hay indesición?!

VOTEN! O mueranse!

Bueno después de tanto tiempo acá les dejo la siguiente parte. Que lo disfruten.

Es el pensamiento de la estupidez que sería romper la puerta el que te dice que primero cortes los cables. Te acercas al panel, cojeando lentamente hasta la puertilla. Quitas el seguro con cuidado, y retiras la tapa. Ante ti hay una gran cantidad de cables, de los cuales resaltan cuatro. La oscuridad y la niebla te impiden ver bien sus colores, pero crees que de muy poco te serviría eso, pues apenas si sabes de circuitos. Lo único que te resta es adivinar cuál habría que cortar. Kath te ilumina con la linterna mientras tú buscas en tu cinturón el cuchillo. Lo empuñas firmemente y lo colocas justo detrás de uno de los cables. Sostienes el enchufe con fuerza, empujándolo levemente hacia abajo, mientras el cuchillo, lentamente, lo abre en dos. No saltan chispas. No hay alarmas sonando. No ocurrió nada. Colocas el cable encima de la caja, y te dispones a cortar otro en caso de que ese haya sido un circuito auxiliar. Procedes de forma similar. Cortas otro cable cuidadosamente, pero nada ocurre. Sueltas un leve gruñido. Acto seguido, mueves ágilmente la hoja de lado a lado, cortando casi todos los cables. Kath se exalta. Pero sigue sin ocurrir nada.

Kath:- ¿Estás demente? ¿Por qué hiciste eso?
Tú:- (Tomas un cable y lo lanzas en el charco sobre el que estás parado.) No hay luz –dices mirándola fijamente.
Kath:- Pero… ¿qué pasa con el letrero?
Tú:- No tengo idea. ¿Será fluorescente?
Kath:- ¿Es que quieres matarme de un infarto? Seguro que tienes formas menos suicidas de comprobar si hay electricidad, maldita sea.
Tú:- Je. Te pones linda cuando te asustas.
Kath:- ¡Oh, cállate!
Tú:- Vamos, no puedes culparme por intentar sonreír en mis posibles últimos minutos de vida –bromeas mientras avanzas hacia la puerta, sosteniendo el cuchillo de revés.
Kath:- No, pero te agradecería que dejaras de asustarme de esa manera.
Tú:- (Insertas el cuchillo en la cerradura) Te contaré una historia. Una vez –le cuentas mientras retuerces el cuchillo dentro del cerrojo– mi hermano y yo estábamos en una funeraria, con nuestros padres, eligiendo un ataúd para el abuelo. Por supuesto, éramos de lejos más jóvenes y tontos de lo que somos ahora. Mamá me encargó cuidarlo mientras hablaba con el vendedor. Yo tenía sueño, así que busqué un ataúd confortable y me puse a dormir en él.
Kath:- Je, je.
Tú:- No sé cuánto dormí antes de que me despertara y tuviera que ponerme a buscarlo. Revisé la recepción, busqué ataúd por ataúd, pero no lo encontré sino hasta que me fijé en el que le íbamos a comprar el del abuelo. Salió gritando con una máscara grotesca que apenas me di tiempo de ver. De un susto salí corriendo hasta detrás del ataúd en el que me había quedado dormido. En mi huida, tomé una escoba que estaba de camino hacia allá. Me coloqué detrás de una pared, lo esperé, y apenas noté una silueta saliendo de la esquina asesté un golpe de beisbol.
Kath:- (Risa queda)
Tú:- Creo que le tiré un diente –dices girando por completo el cuchillo en el picaporte. Se cae la manija y la puerta se abre de par en par.
Kath:- ¿Y el punto?
Tú:- Que no importa en qué sentido acaben los sustos, siempre te divertirán.
Kath:- A menos que te maten. Si no es mucho pedir, quisiera seguir viva para reírme de ellos dentro de unos meses.
Tú:- Pues no seré yo el que te mate –afirmas mientras asomas la cabeza por la puerta. Se produce un momento de silencio. Pones un pie en el edificio.
Kath:- Si no serás tú, ¿quién, o qué, será?
Tú:- Seguramente Craig, del aburrimiento –te mofas mientras sigues avanzando lentamente. Siempre en guardia.
Kath:- Hablaba en serio.
Tú:- (Te detienes y la miras confundido. No dices nada)
Kath:- ¿Crees que moriremos?
Tú:- No. Saldremos de ésta.
Kath:- Dime que es verdad lo que piensas, y no que lo dices sólo porque es lo que yo quiero oír.
Tú:- (Suspiras. Desvías la mirada) Si pensamos en esas cosas, ya estaremos perdidos.
Kath:- ¿Y quién dice que no lo estamos ya? ¿Estamos retrasando nuestra muerte?
Tú:- (La miras) Hay una diferencia entre retrasar la muerte y sobrevivir. ¿Tú qué crees que estamos haciendo?
Kath:- ¿Sobrevivir? ¿Por cuánto tiempo?
Tú:- Hasta que todo esto acabe.
Kath:- ¿Y cuándo acabará?
Tú:- No es eso lo que importa. Sobreviviremos hasta que se termine, no importa cuándo lo haga.
Kath:- Es un plan débil.
Tú:- No es un plan –te das la vuelta, y avanzas entre las estanterías–. Es esperanza.
Kath:- (Se sorprende. Sonríe.) Oye…
Tú:- ¿Hm?
Kath:- Te lo agradezco. Siempre sabes qué decir.
Tú:- No me lo agradezcas. ¿Para qué están los amigos si no?

Examinas la tienda en busca de remedios para las jaquecas. Casi no hay. Por lo visto, mucha gente ha comprado de éstos temprano por la mañana, o han saqueado la farmacia tan pronto como todo estalló. Das gracias de que por lo menos haya algunos paquetes. Te metes tantos como puedas en los bolsillos, y te obligas a tragar una píldora. Como antes, los dolores se van de a poco, pero temes que vuelva a ocurrir la espantosa escena del dolor que te obligó a lanzarte de cara al suelo y temblar de agonía. Sólo puedes esperar que no suceda.
Te le acercas a Kath poco después de aliviar los dolores con el remedio.

Tú:- ¿Encontraste algo?
Kath:- Suturas, vendajes, gasas, tablillas, agujas, alcohol, todo lo que necesito para reponerte.
Tú:- Agujas. ¿Por qué siempre que me duele algo tiene que haber agujas?
Kath:- Supongo que también tienes una historia para eso.
Tú:- Sí, pero será para otra ocasión.
Kath:- Ya veo. Préstame tu cuchillo.
Tú:- Aquí tienes –Se lo das en su mano extendida.
Kath:- ¿Sabes? –Pregunta serruchando el yeso de tu pierna– Ha habido ocasiones en las que envidiaba a Leon.
Tú:- ¿Por qué?
Kath:- Porque él siempre tenía algo de qué hablar contigo. Yo era lo opuesto. No podía dirigirte una palabra si no era algo relacionado con la escuela.
Tú:- No es verdad. Me contaste lo de tus padres.
Kath:- No es el punto –afirma mientras te arranca el yeso, que descubre una herida cauterizada, con sangre seca alrededor–. Se ve horrible.
Tú:- Tsk. No está tan mal.
Kath:- Las marcas de la sangre indican que no te limpiaron la pierna antes de enyesarla –afirma mientras se apura a abrir la botella de alcohol, y toma una gasa–, y tendré que sacar la cáscara si quiero desinfectar la herida.
Tú:- Me va a doler, ¿no?
Kath:- No si la anestesiamos –dice mientras coloca tu cuchillo sobre su hombro. Corta ligeramente su camisa, para luego arrancar la manga. Sucesivo a ello, la ata con fuerza en tu muslo–. Mantenla así. Dime cuando se te duerma.
Tú:- Dolerá aún así, ¿no?
Kath:- Ja, ja, no seas infantil. La cuestión no es que no te duela, sino que no sangre demasiado.
Tú:- Pues… tengo el consuelo de saber que me está tratando la mejor doctora disponible en la ciudad.
Kath:- Sólo me faltaban dos años. Dos años, y habría podido estudiar medicina oficialmente.
Tú:- ¿Cuál es la diferencia? Tus conocimientos “no-oficiales” me están salvando la vida.
Kath:- Es reconfortante oír esas cosas. Hace parecer que los títulos no tienen importancia.
Tú:- Dentro de todo, no la tienen, y es muy posible que no la tengan en el futuro.
Kath:- ¿Tú crees? No estoy tan segura…
Tú:- Claro que lo creo. A una persona no la encarcelan por curar enfermedades y atender heridos.
Kath:- Je, je. Sí, si lo hacen.
Tú:- Qué justicia. Un médico, sin diploma, que atiende a los necesitados, ¿es motivo de prisión?
Kath:- Por desgracia, sí, lo es. No lo apruebo, pero lo acepto, como debemos hacerlo todos, con todo. La sociedad cambia, y el cambio no es cosa para discutir con la intención de que no suceda, es una cosa que hay que aceptar.
Tú:- Reglas de humanos. La naturaleza también cambia, y las especies que no cambian con ella están destinadas a extinguirse. ¿Es lo mismo con los cambios en una sociedad civilizada?
Kath:- Vives en mi mismo mundo. Me sorprende que haga falta que lo preguntes.
Tú:- ¿Eso significa que nos extinguiremos, porque aún no cambiamos como lo ha hecho el resto de la sociedad?
Kath:- ¿Hm?
Tú:- Está dormida –interrumpes. Kath se agacha a estirarte la pierna sobre una toalla, mientras te arranca la cáscara de la herida a pedazos. Casi no lo sientes–. Hay una verdad en lo que dices: que la gente que no cambia junto con la sociedad, está destinada a ser devorada por la misma. Pues el cambio de hoy es lo que ves afuera. Según esa ideología, ¿estamos destinados a ser devorados por ese cambio?
Kath:- Irónicamente, sí.
Tú:- Pues no pienso dejar que esta sociedad me cambie. Ni a mí, ni a ti, ni a Leon. Con algo de suerte, también podremos evitárselo a Adam, si lo encontramos.
Kath:- Creo que no tuve la oportunidad de agradecerte desde el fondo de mi alma que me hayas acompañado –dice mientras moja una gaza con alcohol, y empieza a limpiarte– Supongo que debí desistir cuando Adam se fue. Por mi culpa corriste tantos riesgos… y yo fui tan egoísta al respecto.
Tú:- ¿Egoísta?
Kath:- En el momento en que dijiste que me ibas a acompañar debí haber pensado más en ti que en mí, como tú lo haces. Me priorizas a tu salud o bienestar, como yo debería hacerlo. Te habría ahorrado demasiado sufrimiento.
Tú:- ¿Cómo podías saber lo que iba a pasar?
Kath:- No necesitaba saberlo para poder imaginarlo. Debería haberlo hecho. Debería haber sabido que actuar para mí te haría daño, o te mataría.
Tú:- Pero estoy vivo, y gracias a ti estaré como nuevo. ¡Ngh!
Kath:- ¡No te muevas! (Suspiro) Te lo agradezco. Siempre sabes cómo animarme.
Tú:- Cuando quieras.
Kath:- Siempre pensaste en alguien más antes que en ti. ¿Puedo preguntarte algo?
Tú:- (Gemidos) Claro que sí…
Kath:- ¿En qué pensabas cuándo decidiste venir conmigo?
Tú:- Pensaba que una chica sola en medio de una ciudad llena de bichos raros y fenómenos, como Craig, no sería capaz de aguantar más de lo que lo harían cinco personas resguardados tras puertas y bien armados y abastecidos.
Kath:- ¿Así que lo hiciste porque pensaste que no podría defenderme sola?
Tú:- Kath, no dudo de tu capacidad para defenderte, demonios, hay veces en que pienso que eres más hombre que yo, pero la realidad es que te acompaño porque prefiero estar cerca de los que tienen menos chances.
Kath:- ¿Por qué?
Tú:- Porque quiero proteger a los que quiero. Leon estará bien en una casa fortaleza, por lo que no me necesita, pero ¿tú, deambulando sola buscando a una sombra? No en mi guardia.
Kath:- Lo cual me lleva a otra pregunta –afirma mientras intenta pasar la sutura por la aguja.
Tú:- Dispara.
Kath:- ¿En verdad crees que encontraremos a Adam?
Tú:- No lo conozco lo suficiente para decir que “creo que tenemos más chances de que él nos encuentre a nosotros”, pero creo que estaría en lo correcto si lo afirmara.
Kath:- Tienes razón –comienza a cocerte–. Él sabe dónde estamos. Deberíamos intentar dejarle una señal que diga que vuelva a tu casa.
Tú:- ¡Agh! Buena idea…
Kath:- No te retuerzas o conseguirás que me deje la aguja debajo de tu piel.
Tú:- ¡No me estoy retorciendo!
Kath:- Sí lo haces.
Tú:- Claro que no.

Pasa un rato hasta que Kath termina de cocerte la herida. Mientras tanto, te distraes pensando en qué estará pasando, y si la cosa será como en las películas: “Una vez mordido, te conviertes en uno de ellos”. Muy alejado de la realidad, me atrevo a decir, pero está bien que seas tan precavido. Es muy posible que sí te conviertas, como lo ha hecho toda esa gente cuando murió. Procuras, sin embargo, no darle muchas vueltas y, en su lugar, pensar qué harás cuando salgas de aquí y vayas a buscar a Craig. Tal vez deberías volver a tu casa. Lo último que necesitas es que Craig vuelva a quejarse de que no lo estás poniendo a salvo, y que eso te lleve a dar vueltas como un idiota con otro objetivo, sin armas. Deberías matarlo y ahorrarte los problemas, aunque tal vez aún seas muy humano para ello. No te preocupes. Dentro de dos días en este infierno, serás capaz de destruir los obstáculos, en lugar de sortearlos. Craig es un saco de piedras que te demuestra cada vez más que a los obstáculos no se les pide que no te molesten, o que dejen de estar en tu camino. Los obstáculos no se esquivan. Los obstáculos lo seguirán siendo hasta que los erradiques. Craig no sólo es un obstáculo, es un peso muerto. Si no vas a matarlo, solamente deshazte de él evitando que te perjudique.

Kath:- Creo que es todo con tu pierna. Ya puedes aflojarla.
Tú:- Gracias.
Kath:- Debería dolerte un poco aún. Tal vez quieras que la enyese.
Tú:- Es igual. La diferencia es que puedo correr con una pierna aligerada o con una hasta arriba de cinta médica.
Kath:- Sigue tu brazo.
Tú:- (Suspiro) De acuerdo.
Kath:- No te quejes. Esto no debería tardar demasiado –dice revisando tu herida luego de retirar el yeso–. La de tu pierna fue una mordida un poco profunda, pero ésta herida es más curiosa. No son marcas de dientes. Quien quiera o lo que sea que te haya herido el brazo, lo habrá hecho con alguna uña, o herramienta.
Tú:- ¿Crees que fuera Adam?
Kath:- ¿Por qué lo haría?
Tú:- …No lo sé. Olvida que lo mencioné.
Kath:- ¿Sabes? Eres un caso de lo más peculiar –afirma a la par que arrancar la cáscara de tu brazo.
Tú:- ¿Oh?
Kath:- La herida de tu pierna estuvo a unos cuantos ligamentos de alcanzar el hueso, pero noté algo muy particular a pesar de que la herida es muy reciente: tejidos musculares en plena reconstrucción.
Tú:- ¿Eso es bueno?
Kath:- ¿Recuerdas las clases de biología del año pasado? –Comienza a limpiarte el brazo con alcohol–. Nos enseñaron que cuando nos cortamos, las millones de células en nuestra piel se reproducen para reemplazar a las que se perdieron cuando se hizo la herida. Así es como nuestro cuerpo impide que las magulladuras permanezcan eternamente. Lo mismo ocurre cuando se corta un tendón o, en tu caso, cuando perdemos muchos. Sin embargo, la reconstrucción celular tiende a esperar un día o dos antes de comenzar, y lo interesante de la tuya es que empezó hace un par de horas.
Tú:- …
Kath:- No sólo empezó antes de tiempo, sino que, a pesar de que el proceso tiende a ser muy largo, por pequeña que la herida sea, en ti es extremadamente rápido.
Tú:- ¿Qué quieres decir?
Kath:- Que la lesión que tienes en la pierna, a pesar de que es un traumatismo que debería sanar, con suerte, en dos meses, ¡en ti podría sanar en apenas una semana o menos!
Tú:- ¿Qué? ¿Cómo es posible?
Kath:- Ni idea. Algunos médicos dicen que la sanación de una herida depende del sujeto. En algunos tarda más, en otros tarda menos. Pero tu caso… es sobrenatural.
Tú:- ¿Lo hallas preocupante? ¿O debería sentirme afortunado?
Kath:- Ambas, pero no creo que sea un problema.
Tú:- Sanación rápida. ¡Genial!
Kath:- Te repito que es sobrenatural. Podría ser un virus o una enfermedad.
Tú:- Tomaré otra pastilla si los dolores vuelven. Si es otra cosa, no creo que podamos hacer nada, ¿tú sí?
Kath:- No, pero sí sé lo que podríamos hacer ahora, podríamos volver con Craig de una vez. Luego decidiremos qué hacer.
Tú:- ¿Cómo que decidir? ¿Decidir qué?
Kath:- Si seguir buscando a Adam, o volver a casa.
Tú:- O buscar los materiales para arreglar la puerta.
Kath:- Creo que ya sufrimos demasiado por eso. Te seguiré si crees que es conveniente, pero compartir un hogar con Jackson y su hija no puede ser peor que lo que estamos pasando por unas bisagras.
Tú:- Punto a favor. Sin embargo, no veo por qué discutirlo con Craig. Sólo retrasaría las cosas, pues ya sabemos por lo que optará él.
Kath:- Punto a favor. ¿Bien?
Tú:- ¿Quieres iniciar el debate?
Kath:- No tiene por qué haber un debate. Sólo toma una decisión, y yo te seguiré sin importar cual sea.
Tú:- ¿Estás segura? ¿Me acompañarías al edificio más alto de la ciudad a enseñarle el trasero al titán?
Kath:- Ja, ja, ja. Es bueno ver que algunas cosas no cambian. Pero regresando a la realidad, ¿qué crees que debamos hacer?
Tú:- Pues seguir afuera es una ridiculez. Está anocheciendo y la niebla se condensa. O volvemos a casa, o acampamos afuera.
Kath:- Tranquilamente podríamos quedarnos en el Nuke, ¿No? Ya es seguro.
Tú:- Me sentiría raro siendo uno de los tres únicos inquilinos que aún conservan las tripas. En resumen: No, ni aunque pueda.
Kath:- ¿Dónde crees que podamos descansar un poco?
Tú:- La ciudad baja está plagada de almacenes y residenciales. Apuesto a que Craig conoce alguno aparte del Nuke.
Kath:- Muy bien, podemos intentarlo. ¿Cuál es la última palabra?

* Buscar un lugar.
* Volver al refugio.

A pesar del sueño lo leí todo y elijo buscar donde descansar, espero haber elegido bien después cuando este sin sueño y lo piense mejor.

Pese a ser una imprudencia, creo que por el bienestar del resto de los miembros del grupo sería mejor volver a casita =3
Digo, solo falta que al hacerle caso a Craig entres en un edificio con 2, 3, 5 cositas... desagradables. Además, hace rato que no se ve a Leon, y me pregunto si el hermano del prota ya murió...

Cómo que "si ya murió"?

No uses el epílogo para sacar conclusiones.

*EDIT*

VOTEN! -_-'

Quiero escribiiiirrr!!!

"Aaaaaayyyyyy, ¿Kry por qué decis eso? ¿¡Cómo que si ya murioooooooooooo!?"

Porque hace rato que no pasa nada, y el prota como un hijo de perra lo dejó dormido con los bichitos dando vueltas... si entraron una vez, volverán a entrar. Lo que no me acuerdo es si al menos cerraron la puerta, o si Leon pasó por ahí antes de ir a la casa del vecino owo

Spoiler:

Psyche, como que irse sin Craig?, estas loca? el tiene las armas, se viene con nosotros si o si xD

PD: Puedo votar porque cuando devuelva las armas le peguen un tiro para que no joda mas?

Veremos

Éste es Craig:

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

owo

Yo lo imaginaba como un marginado hijo de mil perra, con el pelo a poco de cubrirle los ojos. Alto, no muy gordo pero no muy flaco, con una facha de débil, y la cara llena de granos y mierda. Qué decepción para mi sentido deductivo -w-'

PD: Me encanta la foto... sobretodo porque no sabía que el segundo nombre de Craig era Steven Lippman

¬¬

Lo último que necesitas es que por culpa de Craig vuelvas a estar encerrado en una situación de vida o muerte, como sucedería con toda seguridad si le confiaras tu vida. No estás dispuesto a dejarle en sus manos tu vida, por lo que optas por la opción que menos te satisface, pero que, por otro lado, es la más sabia. No te tardaste tanto tiempo pensando en qué hacer, sino en buscar una manera de explicarle a Kath que abandonarás la búsqueda de Adam… o, al menos, por hoy. Te levantas y te estiras un poco. Estiras un poco los gemelos y sientes que la pierna se te partió a la mitad. Unas pequeñas lágrimas brotan de tus ojos, y un grito mudo proveniente de unos labios a duras penas cerrados, a duras penas rompió el silencio muerto de la farmacia. Kath, que sin lugar a dudas te oyó, se acercó a ti con la gasa y la cinta médica.

Kath:- Escucha, no me importa si tú crees que es igual, la herida se puede infectar si corres por ahí con la pierna desnuda –dice mientras se agacha frente a ti.
Tú:- Kath, no es –apretuja bruscamente el vendaje– ¡Agh!
Kath:- (Esboza una sádica pero inocente sonrisita) eso te sacas por preocuparme.
Tú:- ¡Oh! ¡Entonces es mi culpa!
Kath:- (Te sonríe) Sí, es culpa tuya.
Tú:- Oh, te odio, Kath.
Kath:- ¿Ah, sí? –Aprieta aún más.
Tú:- ¡AAGH! ¿¡Te parece divertido!?
Kath:- (Risa queda) Sí, en cierto modo.
Tú:- Pues yo lo odio. ¿Podrías…? –Y vuelve a apretar con fuerza– ¡GRAAAARGH!
Kath:- (Risas)
Tú:- Recuérdame matarte…
Kath:- (Risas)
Tú:- Estás loca, ¿lo sabes?
Kath:- ¿Qué tiene de malo estar loco?
Tú:- En sí, nada. Lo digo porque conseguirás que esos bichos nos maten si me haces… –intenta volver a apretujar– gritar… de nuevo –dices tomándole el brazo y mirándola bien a los ojos.
Kath:- Hum… se me había olvidado…
Tú:- (Dejas una breve pausa) Deberíamos irnos.
Kath:- ¿A dónde?
Tú:- …A casa, tal vez.
Kath:- (Desvía la mirada) De acuerdo. Yo te sigo.

Vuelves a guardar el cuchillo en tu cinturón y lo escondes bien. Sales de la farmacia por la misma entrada que usaste, y haces lo que puedes para intentar ver más allá de tus narices. La niebla y la oscuridad siguen haciendo un dúo capaz de complicarte las cosas. Las calles ya casi no son visibles, y el Sol ya no se puede ver, ni aunque no hubiera nubes en medio. Estimas que la poca luz que aún hay te durará lo que tardarás en llegar hasta Craig. Luego de eso, el camino a casa será oscuridad absoluta. Por suerte, procuraste llevarte las baterías del aparador. Te servirán para alimentar la linterna cuando las suyas se acaben. Intentas ver. Intentas visualizar el camino. Intentas distinguir figuras. No lo logras sin la ayuda de la linterna, y lo único que conseguiste intentándolo fue un dolor muy profundo de cabeza y un picor de ojos muy molesto. El camino es tan tranquilo como lo es el silencio que rodea cada paso que das. Como lo inmóvil que son las pocas figuras y relieves que se ven a duras penas. Todo es muy tranquilo. Pero también inquietante. La niebla se pone, increíblemente, más densa aún, mientras que el picor de ojos aún no desaparece, sino que, por el contrario, comienza a nublarte la vista. Te comienzas a refregar los ojos con frecuencia con la esperanza de que se alivie la comezón. Es al revés. Cuanto más te rascas, más te pica. En consecuencia, decides simplemente pedirle a Kath que te ayude a caminar, mientras tú vas con los ojos cerrados. La picazón no se va, pero al menos ya no te molesta tanto. Caminas y caminas. Hasta que te detienes.

Kath:- Llegamos…
Tú:- (Intentas abrir los ojos, pero ya no te pican, te arden. Los cierras inmediatamente) ¿Ves a alguien?
Kath:- No… no hay nadie… ¿Craig?
Tú:- ¿Crees que se haya ido?
Kath:- No lo creo… ¡Craig! ¿Dónde estás?
Tú:- ¡CRAIG!
Kath:- (…) Hum… ¡CRAIG!

Oyes el sonido de alguien, o de algo, bajando las largas escaleras del Nuke. Colocas tu mano en la empuñadura del cuchillo, pero no lo desenfundas. No crees que sea uno de ellos. ¿No crees…? ¿Cómo que no crees? Simplemente, “no crees”. Tan pronto como Kath cae en la cuenta, alumbra hacia el origen del sonido.

Craig:- ¡Wow! ¡Tranquilos, ustedes dos! ¡Soy yo!
Tú:- Ah, eres tú. ¿Por qué no podías ser un zombi?
Craig:- Porque soy demasiado bueno como para convertirme en uno de ellos. No tuve que disparar siquiera para acabar con una docena de ellos.
Kath:- ¿Tú solo?
Craig:- Así es…
Kath:- ¡Guau! ¿Cómo?
Craig:- Con dos cuchillos y muchos reflejos.
Tú:- ¿Y los cadáveres?
Craig:- Están debajo de ti, escondidos por la niebla.
Tú:- Te aprovechas de que no puedo ver nada…
Craig:- ¿Ah, no?
Tú:- Tal vez no debería haber dicho eso.
Kath:- De acuerdo, suficiente. Lo que necesitamos ahora es una forma de regresar a casa. Craig, ¿sabes cómo llegar a los suburbios?
Craig:- ¿Por fin se decidieron por ir al refugio? ¿A qué parte de los suburbios quieren llegar?
Tú:- A la que sea. Una vez allí, sabré orientarme.
Craig:- No te lo preguntaba a ti.
Kath:- Sólo hazlo, por favor.
Craig:- Hmph… de acuerdo. Pero tomemos la ruta que tomemos, sería un viaje de como una hora hasta allá.
Tú:- ¿¡Una hora!? –Más que aclarar una duda, conseguiste abrir una mucho mayor. ¿Cómo fue que Adam te trajo a ti y a Kath estando a una hora del lugar en el que quedaste inconsciente? ¿Y cómo sobreviviste a ese tiempo si lo que tienes en la pierna es, en efecto, una mordida? O algo anda muy bien, o muy mal. Solo hay una forma de obtener las respuestas que buscas: Adam.
Craig:- Sí, “cerebrito”, una hora.
Tú:- (Suspiro) De acuerdo. ¿Por dónde podemos ir?
Craig:- El camino más corto es tomar Bullway hasta St. Irving, y seguir hasta Buck’s Road. Serían dos kilómetros y medio hasta Golden Morning Park.
Tú:- ¿Alguna otra forma?
Craig:- ¿Para qué es necesaria otra forma?
Tú:- St. Irving pasa muy cerca de mi escuela, y estaba infestada de esas cosas cuando nos fuimos.
Craig:- Hum… Podemos ir por el metro. El camino es más largo, pero creo que valdrá la pena. No niebla, no bichos, sólo oscuridad inquietante… y ratas tal vez.
Tú:- Vaya… ¿Hay más opciones?
Craig:- Además de tomar desviaciones…
Tú:- No. Preferiría no apartarme del camino conocido mientras no podamos ver hacia dónde vamos.
Craig:- Entonces elije, o vamos por arriba, o por debajo.

* Ir por las calles. EVALÚA: No sabes qué clase de bestias acechan en la oscuridad de la noche.
* Ir por el metro. EVALÚA: No sabes qué suerte de criaturas han hecho del metro su cubil.

Estoy haciendo un práctico:
Por la calle

Metro, no se que clase de bichos encuentre ahi, con suerte ninguno, pero prefiero que me mate algo que pueda ver que fue antes que esa niebla en si termine haciendo que camine hacia un ejercito entero de ellos.